Villa de los secretos ocultos

La Villa de los secretos ocultos

Hola de nuevo.

No todos, incluidos los castilleros, conocemos todos los secretos arquitectónicos y “joyas” que existen en Castillo.

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A Castillo de Garcimuñoz podríamos describirla como la “Villa de los secretos ocultos”.

Hasta hace poco no conocíamos, por ejemplo, la fuente de abajo y su nacimiento, o ni tan siquiera la mismísima fortaleza, de los que por fortuna, hoy disfrutamos.

Pero no son los únicos, estos ya “ex secretos, existentes. Solamente hay que visitar algunas de las casas para poder apreciar algunos de ellos, como podrían ser; murales, artesonados, patios columnados, chimeneas, o la infinidad de cuevas existentes y sobre todo las cegadas, que al descubrirlas, pueden mostrar varios tesoros fielmente guardados durante cientos de años. Muchos han oído que en Castillo existe una copia de la Sabana Santa, pero ¿Cuántos la han visto? (Revisad la posdata al final del artículo, hay una noticia sobre esta “joya”).

O, el secreto más escrupulosa y minuciosamente guardado durante 400 años… ¿Qué esconderá el cerro de San Juan? Interesante ¿Verdad?

No cabe duda de que en la Villa existió un rico patrimonio, sobre todo arquitectónico, del que desafortunadamente no ha sobrevivido ni tan siquiera un 1%. Pero este rico patrimonio se puede atisbar en los restos diseminados por toda la villa y que, con un poco de agudeza visual e imaginación, nos lo puede volver a mostrar en todo su esplendor.

Hoy nos vamos a dedicar a una de estas “joyas” poco conocidas pero, podría decir, por lo menos a mi entender, la más importante, bonita y espiritual que existe en la Villa. Cada vez que accedo a visitarla siento una emoción imposible de explicar con palabras, como si la paz se adueñara de mí, como si necesitara quedarme el mayor tiempo posible dentro, y fuera transportado, tal vez no de lugar, pero sí de época.

Hace 691 años, concretamente en 1326, nació esta “joya”.

Como todo gran secreto o joya, esta se guarda dentro de un sencillo cofre, sin adornos, sin ostentación de riqueza. Un envoltorio que no llamaría la atención a nadie que pasase a su lado, a no ser por la pequeña “cerradura” de este cofre, que abre los ojos y la curiosidad del transeúnte hacia el interior de este. Una cerradura en forma de placa y un pequeño resto de escudo.

 

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Imágenes exteriores del sencillo y sobrio “cofre” que en su interior esconde la nuestra “joya secreta”.

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Imagen de visitantes a punto de descubrir el secreto escondido en el interior del cofre.

Imagen de la pequeña «cerradura» en forma de placa.

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Si, nos referimos al Real Monasterio de Agustinos.

Como bien reza la placa, fue fundado por el “Infante” Don Juan Manuel (siempre lo llamaré Infante), nieto del Rey de Castilla Fernando III el santo, y su esposa la Infanta Constanza de Aragón, hija del Rey Jaime II de Aragón, concretamente el 11 de mayo.

Don Juan Manuel era el señor más poderoso de su época, y había elegido al Castillo como la capital de sus señoríos. Aquí residiría su familia y la convertiría en “su casa”.

El lugar elegido para ser la capital de tan inmenso señorío, además de ser el centro del poder, debería parecerlo, por lo que Don Juan Manuel comenzó a invertir en la remodelación de la Villa con dicho objetivo. Comenzando por su Alcázar, fortificando la población y dotándola de los servicios necesarios para convertirse en una capital, así como atrayendo al Castillo a su corte, “riscoshombres” que construirían sus casas señoriales y aportarían poder económico, poder cultural y esplendor a la misma.

Pero, ¿Qué es de una capital moderna y poderosa sin los símbolos del poder espiritual, del poder religioso?

Para una gran capital, sería necesario que en ella se apostara un obispo y con él se construyera una catedral como símbolo de dicho poder. Este extremo, claro está, no pudo ser llevado a cabo en el Castillo, por lo que, si no se puede tener obispo y catedral, se tendrá Prior y Monasterio.

Como he dicho antes, la capital no solo debe serlo, sino también parecerlo. La imagen de poder debía ser visible desde muy lejos y, el Castillo es visible desde decenas de kilómetros a la redonda. Pero además debe ser patente ese poderío a través de sus edificios, y para ello debe ser bien visible un fuerte alcázar, unas poderosas murallas, y unos altos campanarios que muestren al visitante lo cerca que se encuentran de Dios. Para ello, Don Juan funda este Monasterio y reforma las iglesias, para que a cada paso que diera un visitante acercándose a la Villa, esos poderes quedaran más patentes.

El monasterio fue creado en un solar propiedad del propio Don Juan Manuel y otro contiguo que compra para tal efecto, como en sus propias palabras dice “marcando el mismo los límites, en un solar al lado de la puerta de Cuenca y que entre las murallas y dicho monasterio debería haber una calle por la que al menos cogieran tres hombre a caballo”, igualmente se asegura “de que en el monasterio no se hiciera ninguna fortaleza que pudiera causar daño a la villa o a su propio alcázar”.

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Imagen: En azul el terreno que ocupa el monasterio, gran espacio en relación con la población.

Dicho solar abarca unos 9400 m2.

Se entregó a Don Fray Pascual de Deza, prior de Toledo y a su compañero Don Fray Martín y, para gestionar el monasterio se decidió donarlo a una “nueva” orden religiosa, los Agustinos mendicantes.

Convirtiéndose en el primer monasterio de Agustinos de todo el obispado de Cuenca y uno de los primeros del Reino. (Cabe recordar, que el obispado de Cuenca en esos años abarcaba más de la actual provincia de Cuenca).

Esta orden de Agustinos se había creado en 1244 apenas 82 años antes de la fundación del monasterio. Era una orden nueva y de pobreza evangélica, que sería por lo que posiblemente la eligió Don Juan Manuel.

Al ser una orden pobre, Don Juan Manuel proveyó para su sustento una heredad, en el canal de Mirafata, cerca del Júcar, donde podrían hacer huertas y labrar. “asi como va rivera de Xucar, entre el calçe e el rio, e que puedan labrar y fazer huertas y molinos en el calçe”; Esta heredad no podían alquilarla ni venderla, solamente cambiarla por alguna otra más cerca del monasterio y de mejor provecho. Además de tener que autorizar ese trueque el mismo o sus herederos directos.

Igualmente, a posteriori les cedió un horno de pan en la calle Romeral. “el mi forno que yo he en el dicho logar que es en la cal del Romeral” Igualmente con la condición de no poder venderlo.

Pero volvamos al monasterio en sí. Como todos los monasterios estos se construyen alrededor de un claustro. Un patio rodeado de columnas o arcos como es nuestro caso y, tras esos arcos una galería alrededor de la cual se construía todas las dependencias del monasterio.

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En las imágenes actuales resaltamos el claustro. En verde el patio, en naranja la galería alrededor del claustro y entre ambos los arcos, aún hoy existentes.

En relación al estado actual, la parte de los arcos del claustro que están cegados, claramente están mejor conservados que los que están a la intemperie, como podremos ver a continuación.

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Imagen: Restos del claustro, lado oeste, hacia la iglesia del monasterio.

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Imagen: Claustro, ala sur.

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Imagenes: Detalle de una de las puertas de acceso al patio del claustro y arcos cegados del mismo, del ala norte.

¿Y de la iglesia que sabemos? Todos los monasterios tienen iglesia.

Pues que era de estilo gótico, que era de unas muy considerables medidas para la época en que fue construida, recordad 1326.

Medía unos 23 metros de ancha, entre 15 y 20 metros de alta y alrededor de 40 metros de larga y estaba dispuesta en 3 naves.

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Imagen: Traza interior de la iglesia en rojo.

Para el acceso del público disponía de dos puertas, una daba a la calle de la Virgen (Puerta de Gracias), en el muro aún se conserva el hueco de la puerta y de las ventanas de este lado de la iglesia. Esta puerta da hoy a la casa de Pedro “el de la catalana”, casa por supuesto que en aquél entonces no existía y en la que, en vez de casa, había un atrio, plaza o escalinatas para el acceso. Y otra puerta, la principal, que daba a la calle corredera. Igualmente tambien dispondría de otra más para comunicar la iglesia con el claustro.

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Imagen: Puerta de Gracias, de acceso desde la calle La Virgen.

En el interior, la iglesia disponía de 15 capillas, además de la Capilla Mayor. Algunas de ellas sabemos, por las descripciones, que debían ser realmente bellas y ricas en su decoración, y con ricos enterramientos. Sobre todo la de los “Castillo” (familia rica conversa) y la de los Vayletes, en esta por ejemplo, se dio pleito homenaje por los procuradores de todas las villas al primer marqués de Villena.

En el lado de la epístola (lado derecho de la Capilla Mayor), se encuentran los restos de la que debía ser la capilla de Los Remedios, en la que se conservan aún pinturas policromadas que la decoraban.

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Imagenes: Detalles de la capilla de los Remedios.

Por su parte la Capilla Mayor es la mejor conservada, tras haber sido los últimos años un palomar. En ella podemos ver tres bellos rosetones, en tres capillitas en las que se observa el arranque de la decoración de cada una de ellas, así como las bases, columnas y arranques del crucerio de la bóveda de la iglesia.

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Imagen: Capilla Mayor.

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Imágenes: Detalles de los rosetones de la Capilla Mayor.

Estas capillitas conservan los arranques de su decoración. Como vemos en las siguientes imágenes.

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O los restos, ya diseminados por todas partes.

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En el lado derecho de ábside de la Capilla Mayor se encuentra un escudo arzobispal.

Los escudos eclesiásticos se rigen por el Capelo (sombrero), que en este escudo está casi perdido, y las borlas que indican el grado dentro de la iglesia (cardenal, Arzobispo, Obispo, etc..). Este escudo estaba policromado, aún se pueden ver restos de esta policromía en la cabeza inferior. El color de los arzobispos es el verde, por tanto, el capelo como las cuerdas y borlas debían ser de ese color.

La siguiente imagen es un modelo de cómo sería el capelo y las borlas.

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Imagen: Escudo arzobispal de la Capilla Mayor del monasterio.

 

En el escudo llama la atención, además del capelo y las borlas, la cabeza antropomorfa de la parte inferior, que bien puede hacer referencia a las penurias de la vida terrena, contrapuestas con la vida celeste representada por el Capelo.

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Imagen: Escudo de armas.

Y en las armas en sí del escudo, este está dividido en cuatro cuarteles, teniendo en dos las armas de los Agustinos, un corazón atravesado con los dardos de la caridad y, en los otros dos, las armas de los Manuel, la espada alada.

Esta espada existe, se llama Lobera, era la espada del rey Fernando III el Santo, abuelo de Don Juan Manuel, y se encuentra actualmente en la catedral de Sevilla. Esta espada tiene su leyenda, pero esto da para otra entrada y ahora no viene a colación.

Justo enfrente de este escudo había otro de iguales dimensiones ahora perdido, era el escudo de Felipe V, como habéis visto al principio lo llamé “Real Monasterio” justamente porque el 13 de febrero de 1741 Felipe V lo convirtió en un monasterio de Patronato Real, que en la práctica lo que significaba es que era la propia Corona y su Consejo Real eran quienes guardaban por el monasterio y los que entendían de cualquier asunto o pleito del propio Monasterio.

De este escudo solo quedan restos de la «Llama de Prometeo» que forman parte del Collar de la Orden del Toisón de Oro que rodeaba el escudo.

La siguiente imagen es del collar de la Orden del Toisón de oro, de la que el Gran Maestre es el Rey de España. Y en el que pueden observarse las partes que lo forman; el colgante es el Vellocino de Oro, y el collar en sí lo forman eslabones de dos B contrapuestas y entre cada una de las dos B, otro eslabón con la Llama de Prometeo.

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Imagen: Collar de la Orden del Toisón de Oro.

 

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Imagen: Idealizada de cómo sería más o menos el escudo existente.

 

Y por último los restos, donde lo único que queda son las Llamas del Toisón.

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Imagen: En los círculos rojos los restos de las llamas de Prometeo.

 

En la parte posterior del ábside podemos encontrar los contrafuertes, construidos con piedras en los que aún son visibles las firmas de los canteros, la escalera que subía a campanario y una ventana en forma de sierra que daba luz a la Capilla Mayor.

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Imágenes: Parte posterior del ábside.

 

¿Qué supuso el monasterio y como sería la vida en el mismo?

Los monjes de la Orden de San Agustín eran una orden mendicante pobre, vestían y visten un hábito que está conformado por una túnica de color negro que llega hasta los tobillos y está ceñido por un cinturón de cuero negro que cae hasta el borde de la túnica y encima va una capucha en forma de punta o de cono que debe llegar hasta la cintura, conocida como capilla.

La vida en el monasterio en principio era lo que cabía esperar de un monasterio cualquiera, los frailes se dedicarían a sus quehaceres diarios en cuanto a oración y evangelización; para el sustento, algunos frailes labrarían y sembrarían en los huertos y tierras donadas, cuidarían de animales y cocinarían, otros se encargarían de la formación y educación, cabe recordar que el monasterio tenía escuela para el pueblo, todo un lujo para aquél entonces, y los más se encargarían de la biblioteca y trabajarían copiando incunables o realizando sus propias obras.

Cuando murió la infanta Constanza de Aragón, fue enterrada en el monasterio, seguramente en la capilla Mayor, hoy no queda nada de ese sepulcro. Posiblemente Don Juan Manuel también tenía idea de ser enterrado en el mismo sepulcro junto a su mujer; como recordaréis Don Juan Manuel donó algunas heredades a los frailes para que pudieran mantenerse al ser una orden mendicante, pero ya al poco de fundarse el monasterio este comenzó a recibir heredades y capellanías de muchas familias ricas, que querían de esta forma salvar sus almas, lo que hizo que el monasterio comenzara muy rápidamente a convertirse en un gran centro poder económico gracias a esas donaciones.

Don Juan Manuel parece que deseaba que los frailes no acumularan riquezas que los desviaran de sus tareas de evangelización. Este hecho de acumulación de riquezas, puede ser el que hiciera a Don Juan Manuel cambiar de decisión y no ser enterrado ahí, sino en el convento de Dominicos de Peñafiel y que igualmente, ordenase el traslado también de su mujer.

El monasterio se convirtió posiblemente, en los siglos venideros en el mayor propietario y rentero de la villa, poseía heredades por toda la comarca, disponía de viviendas que alquilaba, tiendas, carnicerías, hornos. Además de dinero (“censos”) dado por las familias más ricas.

Tenemos algunos ejemplos de donaciones. Los Vayletes, por ejemplo donaron 2000 almudes en la Puebla y Villar de la Encina y donaban a perpetuidad 500 maravedís anuales, para que su familia fuera enterrada en el Monasterio, concretamente en la capilla de San Blas.

Esto se acrecentó con la persecución hacia los judíos, los conversos solían ser familias muy ricas y para demostrar de cara a la opinión pública (y a la inquisición) su cristiandad donaban grandes cantidades al monasterio como a las otras iglesias de la Villa. Muestra de esto es por ejemplo, la familia Castillo que como señores de Santa María del Campo (rus), hicieron que este pueblo donara a perpetuidad 2250 maravedís por una misa diaria.

Otro Castillo, por ejemplo, dona varias casas, 630 almudes en La Almarcha, 600 vides que tenía en la Fuente de Mingo Abad, 3000 maravedís anuales y otras heredades por una capilla.

O el propio Diego López Pacheco (marqués de Villena), que dio heredades y posesiones en Villaescusa de Haro, El Cañavate, Villar del Saz, Honrubia, etc.. Además de 9000 maravedís anuales.

Estos son solo unos simples ejemplos, pero durante los siglos que estuvo el monasterio en activo esto fue una constante.

Así el convento tenía posesiones y su radio de acción abarcaba más de 50 kilómetros a la redonda.

Tanto es así que en el siglo XIX, cuando debido a las presiones políticas liberales los monasterios de toda España estaban ya venidos a menos (para esa fecha les habían expropiado casi todas sus posesiones), cuando fueron expulsados los últimos frailes del monasterio, aun así se subastaron casi 600 hectáreas de terrenos de cultivo que le pertenecían, que si hoy son muchísimas, por aquél entonces lo eran mucho más.

Todo esto habla del poder económico en el que se convirtió el monasterio, pero no solo fue eso, también fue un centro cultural y social, en su parte más notoria vuelvo a recordar que disponía de escuela para la población y biblioteca cosa que en muy poquitos lugares ocurría. Lo que redundaba en la cultura de los habitantes del Castillo.

Varios de sus frailes fueron grandes escritores, filósofos, catedráticos u obispos entre otras “profesiones”.

Fray Gregorio de Alarcón. Obispo de nueva Cáceres en Filipinas y luego en Santiago de Cuba.

Fray Luis de Ávila. Prior en Toledo, Valladolid y Madrid.

Fray Alfonso de Mendoza y Fray Álvaro de Soria fueron catedráticos en Salamanca.

Fray Francisco de Ortega, Vicario en misiones en Filipinas y obispo de Nueva Cáceres.

Fray Jerónimo Seripando que fue general de la Orden y posteriormente Cardenal, participando en el Concilio de Trento.

Fray Nicolás de Tolentino. Capellán de los ejércitos de Carlos I (V en Alemania).

Y tantos otros destacados sobre todo en letras, de donde se vio la increíble fábrica de eruditos que dio el monasterio, lo que nos lleva a pensar que en él se cuidaba y mucho la formación cultural.

Uno de los hechos que más llaman la atención de la vida del monasterio, no tiene nada que ver con su poder económico o las personalidades, nobles y reyes que pasaron por sus muros. Si no con un hecho prodigioso.

Si, entre los muros de este convento, y sabemos exactamente donde (un par de metros a derecha o izquierda) ocurrió un milagro “verdadero”. Un milagro autenticado y como tal registrado en los archivos vaticanos.

Este hecho trata sobre uno de los Frailes que comentamos un poco más arriba. Fray Nicolás de Tolentino.

38Dice, que había un niño en Castillo, cuyos padres eran Juan de Peralta y Bernardina de Quincozes. Que habiendo muerto el niño, tras un profundo dolor sus padres lo amortajaron, lo depositaron en el ataúd y tras velarlo lo llevaron a enterrar al monasterio (entendemos que serían una familia adinerada). Al depositar el ataúd en la capilla de San Nicolás de Tolentino, (un santo italiano), y entonar los llantos, suplicas y oraciones de los padres, parece ser que Dios los escucho y el niño resucitó. Y este fue el milagro. Para dejar testimonio del hecho prodigioso quedó en la capilla la mortaja y el ataúd del niño, según cuenta la historia de la Orden de los Frayles Hermitaños de San Agustín.

 

Imagen: San Nicolas de Tolentino.

 

Tiempo después este niño (del que no sabemos su nombre real) tomo el habito de San Agustín en este mismo monasterio e igualmente tomó el nombre del Santo que obró el milagro de su resurrección. Fray Nicolás de Tolentino. Esto último ocurrió el 26 de Enero de 1526.

Según un registro/elogio en el Libro de las Profesiones de Salamanca, Fray Nicolás de Tolentino fue un “Varón de gran virtud, murió mártir”. Fue durante 10 años provincial de Cerdeña y posteriormente capellán de los ejércitos. En este cargo murió martirizado por los turcos. Esto lo cuenta Fray Gerónimo Román en sus “Centurias impresas” del año 1569.

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Imagen: Vida y martirio del venerable Padre Fray Nicolás de Tolentino.

 

Cuenta que esto acaeció cuando el ejército imperial tomo las fortalezas de Modon y Coron en la Morea (Grecia), el capellán de los ejércitos imperiales era Fray Nicolás de Tolentino. Como estaban en la frontera siempre tenían muchas escaramuzas con los turcos, y en estas escaramuzas y batallas Fray Nicolás se ponía al frente de la tropa, portando su crucifijo, animando a los soldados para que luchasen valerosamente por la religión y, siempre que Fray Nicolás iba al frente los turcos salían mal parados.

Tanto es así que los turcos se dieron cuenta de este hecho y decidieron “volver las armas” contra el fraile y así lo hicieron, logrando en una de las escaramuzas aprehenderlo. Según cuenta Fray Gerónimo, ni cautivo dejó Fray Nicolás de intentar evangelizar a los turcos, haciéndoles ver la luz de la Fe en Cristo, “más ellos como enemigos del hombre cristiano, le persuadieron, que renegase de nuestro Señor Jesucristo, y que lo llevarían a Constantinopla, y lo harían Alfaquí suyo, y lo honrarían”. Mas Nicolás no cejó en su fe, entonces lo desnudaron y lo azotaron, y como a pesar de las torturas se acrecentaba la fe en Fray Nicolás, los turcos redoblaban los tormentos. Al final como no pudieron doblar la inquebrantable fortaleza de Fray Nicolás decidieron matarlo cruelmente cortándole pies, manos y resto de miembros. “y pagó (pasó) desta vida por corona de martirio”.

Esto fue el milagro y la vida de Fray Nicolás de Tolentino, nuestro mártir castillero.

Para acabar con la historia del monasterio como ya hemos dicho, los procesos de desamortización y concentración del siglo XIX, encabezados por Mendizabal y Madoz, llevaron a la práctica desaparición de las órdenes religiosas. Hasta el año 1834 existían 3027 conventos, quedando tras el proceso solo 41.

Ese año de 1834 se expulsa a los últimos religiosos, que quedaban en el monasterio de San Agustín del Castillo, siendo su último Prior Fray Cayetano Cano. Se subastaron todos los bienes que poseía el monasterio, el mismo se utilizó de cárcel y audiencia y posteriormente fue derruido como aprovechamiento de sus piedras para otras construcciones y finalmente se vendió a particulares.

Así finalizó la historia de monasterio hasta llegar a la situación actual. Hoy la mayor parte del monasterio pertenece a José María González Muñoz, uno de nuestros historiadores locales, que como orgulloso de las piedras en las que

habita, no deja pasar la oportunidad de enseñar los restos

a quien esté interesado. (Gracias José María por la paciencia). 40

El propio José María escribió un libro que trata sobre el monasterio, el que ya va por la tercera edición, si mal no recuerdo, para los más curiosos en él podéis ampliar la información sobre el monasterio, y si aprovecháis una visita, podéis comprárselo al propio José María que además seguro está encantado de escribir en él una dedicatoria.

 

 

La sociedad tiene la obligación de preservar el patrimonio histórico, la sociedad que no salvaguarda su memoria y su historia es una sociedad que tendrá más problemas para desarrollarse, una sociedad en la que se volverán a repetir errores del pasado y abocada a desaparecer. Este monasterio forma parte de nuestro pasado y de nuestra historia, hasta no hace mucho él contribuyó en gran parte, a formar nuestra actual cultura y forma de ser.

El monasterio se está deteriorando inexorablemente, día a día, lluvia a lluvia sus piedras sin protección se van consumiendo, es una obligación ineludible que tenemos todos los castilleros de luchar por conseguir que éste no se pierda irremediablemente, en las manos de todos está que esta joya se mantenga siempre viva. Si así lo hacemos, la Villa y todos sus habitantes serán recompensados, no cabe duda que el monasterio es un gran activo para Castillo de Garcimuñoz.

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p style=»text-align: justify;»>PD: Una gran noticia se acaba de dar en relación con el patrimonio de la villa. Hace unos días se aprobó la construcción de un auditorio para la localidad, que dispondrá de una “cueva-sala” para depositar y exponer otra de las “joyas ocultas” la sábana santa. Esperemos que el proyecto se lleve a cabo y la villa pueda recuperar esta parte de su gran patrimonio. Un saludo. Villa de los secretos ocultos.

La judía de Toledo-Día de la Villa

La judía de Toledo-Día de la Villa

El día 3 de octubre se cumplen 695 años del villazgo de Castillo de Garcimuñoz.

Ese mismo día del año 1322, el rey Alfonso XI junto al «Infante» Don Juan Manuel, firman la carta de villazgo, que daba al Castillo jurisdicción propia frente a Alarcón, villa de la que dependía el Castillo desde tiempos de la reconquista.

Ese día, comenzó la época de esplendor de nuestra villa que tanto conocemos.

Para celebrar dicho día, se ha programado para el sábado día 30 de septiembre, la presentación del corto «la judía de Toledo» en la fortaleza del Castillo. Que, como todos sabemos, se rodó entre otras localizaciones en la propia fortaleza.

Cartel en CG La judia de toledob

El pase (o pases) se realizará a partir de las 20:00 horas dentro de la torre del homenaje, y la entrada será libre.

El encargado de presentar el corto, será el propio director, Dorian Sanz, que nos introducirá en la historia que cuenta el corto, y nos desvelará las curiosidades de su rodaje. Igualmente se contará con la visita de varios de los actores, que nos harán revivir la edad media.

Tras el éxito de la presentación en los cines en Cuenca, donde se tuvieron que realizar 3 pases, ahora le toca el turno a Castillo de Garcimuñoz.

El día 30, viviremos un ambiente medieval en el Castillo, no te lo puedes perder. Te esperamos.