Castillo

Texto de Miguel Salas Parrilla.

El estado actual de la fortificación es semirruinoso, pero se conserva todo su recinto exterior hasta el nivel del camino de ronda. Gracias a que la parte sudeste del mismo se ha aprovechado para construir la Iglesia parroquial de San Juan Bautista, su deterioro no ha sido mayor.

Está construido de sillarejo y argamasa. Su estructura exterior, que se conserva íntegra, está formada por un cuadrado irregular de recios y altos muros rematados en las esquinas por cuatro cubos de planta circular; el del norte, en el que estaba situada la torre de homenaje, es bastante mayor que los demas.

Estos torreones tienen cúpula de ladrillo y estaban coronados con casamatas o amplias plataformas para el emplazamiento de la artillería.

Sus muros son de gran espesor para resistir el ataque de la artillería. Los vecinos de la villa dicen que en su parte alta cabe un carro tirado por dos caballos, y no mienten, pues los muros exteriores tienen casi tres metros de grosor y casi otro metro el talud en la base.

Tuvo en tiempos dos plantas, más la baja, dispuestas en torno a un patio central o patio de armas. Esta estructura probablemente se destruyó cuando se convirtió una crujía del castillo en la Iglesia que se inauguró el 7 de junio 1708.

La planta baja está reforzada hacia el exterior con un talud. En la primera planta destacan troneras de ultima época, denominadas de cruz y orbe, semejantes a una cerradura invertida rematada en cruz. En el segundo piso de su lado noroeste destacan cinco ventanas góticas en forma de cruz, dos de ellas originales y las otras reconstruidas. Tanto en los lienzos como en los cubos ya se advierte el clásico cordón o bocel decorativo, característico de las fortificaciones del siglo XV, situado en el arranque de las ventanas de la segunda planta. Las bellas almenas de sillería que poseía desaparecieron en su totalidad al desmocharse el almenaje a finales del siglo XV quedando como testigos de su mayor altura los garitones de su lienzo suroeste.

En la parte baja de todas las torres existían profundas mazmorras de piedra labrada y de ellas partían vías subterráneas que conducían a kilómetros de distancia, por donde se podía huir del castillo en caso de que fuera necesario abandonarlo durante un asedio.

Las ventanas del primer y segundo piso en sus alas noroeste y suroeste dan testimonio de que una parte del Castillo también tuvo finalidad palaciega. Desde el interior se comprueba mejor esta función al observar los poyos junto a las ventanas en los que se sentarían las damas de Villena mientras realizaban labores de costura. Este carácter palaciego se ve atestiguado también por la rica decoración gótica de la entrada una de las más artísticas y originales de todos los castillos de España.

La defensa del castillo la garantizaban no solo la solidez de sus muros, sino también otros elementos:

  • Su artillería estaba formada por lombardas gruesas, de hierro colado, cuya boca era tan grande como la cabeza de un hombre. Estas se ubicaban preferentemente en la plataformas de los cuatro cubos y es probable que también llegaran a instalarse en algunas de las ventanas.
  • De cubo a cubo tenía muchas y muy fuertes rejas que protegían las ventanas.
  • Multitud de troneras sabiamente distribuidas donde podían ubicarse espingardas y otras armas de fuego.
  • La puerta de entrada estaba dotada de cuatro troneras y de una buhardada, a través de la cual se podía echar liquido hirviendo y proyectiles contra quienes pretendieran asaltarla.
  • El talud de su planta baja no solo dificultaba su toma mediante zapa o mina, sino que permitía que los proyectiles lanzados desde las almenas rebotaran sobre el enemigo.

Pero todos estos elementos defensivos serían pocos frente al avance técnico de la artillería; por ello el castillo se considera de transición hasta la aparición del fuerte abaluartado.

Comunicación: Mediante la escalera existente al lado izquierdo de la puerta de entrada se podía acceder a la buhardada, a la torre del homenaje, a las dependencias superiores y al camino de ronda. La parte palaciega debió tener sus propias comunicaciones independientes de los sectores defensivos. La salida al exterior era posible a través de la puerta principal y también a través de una poterna existente en el lienzo noreste del recodo.

La parte más artística es la entrada, que contrasta con la sencillez del resto de la fortaleza. Está adosada al lienzo nordeste, cuya línea rompe, y forma un recodo con el mismo en forma de ángulo recto.
La portada que es una joya entre los castillos de España, está hecha con sillares antes claros y ahora enmohecidos por el tiempo y la lluvia, que han sido restaurados a causa de su valor artístico. Su estilo es gótico isabelino y semeja un retablo de piedra tallada suspenso sobre el muro.

En ella distinguimos dos partes: La inferior corresponde a la puerta que se halla casi a dos metros sobre el nivel actual del suelo, sus jambas se rematan en un arco carpanel. De la prolongación de las jambas arranca una orla ornamental que se cierra sobre la corona; debajo de ésta y en el centro, las armas reales de Enrique IV de Castilla; más abajo, una armadura y tres escudos de armas borrosos.
La parte superior es una buhardada o ladronera ciega sólo iluminada por estrechas troneras. Arranca de un par de ménsulas poligonales en las que descansa un arco semicircular.
Mas arriba destaca la buhardada ciega que se cierra sobre si misma a ambos lados formando torrecillas. En ella hay cuatro huecos de troneras en forma de llave invertida rematada en cruz.

El interior de la fortaleza esta hundido y vacío, a excepción de la parte sudeste que se aprovechó para levantar el templo actual y cuyo muro fue rebajado para tal función. Es de suponer que los derruidos muros del castillo se utilizarían en dichas obras como cantera.

Al hundirse la iglesia de San Juan en 1630, se decidió aprovechar una crujía del castillo para construir el templo que la villa necesitaba. Con esta finalidad, en el muro sudeste se abrió una puerta que permitiera el acceso. Al cubo orientado hacia el este, desmochado anteriormente por orden de los Reyes Católicos, se le añadió una torre cuadrada, con una boca a cada lado, para ser utilizada como campanario. La combinación de volúmenes proporciona al conjunto una imagen híbrida, mezcla de espiritualidad y carácter militar.

El patio interior, que quedó destruido y abandonado, fue utilizado como cementerio durante los siglos XIX y XX. Aquellas ventanas labradas por las que en otro tiempo se asomaran las damas de Villena, hasta hace poco se han utilizado como nicho para reposo de los muertos. Hoy ya han sido destapadas de nuevo.